Habla el espejo
¿Did you realize nobody can see inside your view?
¿Did you realize for why this sights belongs to you?
No importan los títulos. Este y otros textos empezaron y terminaron sin uno, y algunos siguen en esa búsqueda de continuidad y desenlace, por ahí, navegando en el éter de la internet, rebotando entre bandas por la nube. Yo me relajo. Estoy tranquilo. Van a estar ahí para cuando quiera continuarlos. Ahí van a estar también los que dejé por la mitad, con disparadores obvios y predecibles, y van a estar algunos otros casi completos y seguro que no van a tener sentido alguno. Todo centralizado en el infinito de la web para volver a empezar, para continuar, para darles un final triste o un final feliz. Para re-significarlos y pensarlos una vez mas.
Al final este no, esto no va, no se en qué estaba pensando ¿qué estaba pensando? el vino y el teclado son amigos de la noche, facilitadores del climax, que es necesario para escaparse y divagar y conversar un rato con esos ademanes exagerados de ebriedad, valientes. Entonces siento los labios muy calientes por el vino y registro como una pasta seca y espesa se va formando en ambas comisuras de los labios. Los veo a ellos también, a mis amigos de la noche. Están presentes. Son dulces, atengos, ¿querés más? tomá una copita más de vino. Me sirven y yo con los pómulos ya rosáceos acepto sin más. Son funcionales al ambiente, a la mesita de petiribií frente al sillón, a la luz cálida de la sala, que es la única que está encendida en todo el departamento. Ellos cumplen su rol. No pueden faltar. Son la benevolencia de las 3AM y entonces vuelvo a revisar el texto luego de la quinta copa y caigo en la cuenta de todo lo que me han hecho divertir esos amigos nuevos, eh, y estoy un poco borracho y pienso otra vez. Pienso en lo arrepentido que estoy y mis amigos nuevos se burlan. Mis amigos me ven en ese estado: un poco borracho y desprotegido, me tienen entonces levantan sus copas. Puedo ver algo de misericordia y lástima en el reflejo de las copas. Brindan sin mi porque yo ya no puedo hacer otra cosa que meter la cabeza entre las piernas, sentado en el sillón, y ríen mientras mi cabeza está en llamas.
Pierdo la noción del tiempo. Estos amigos nuevos me dejaron nostálgico, medio enojado y ofendido, y de pronto algo pasa dentro mío y no puedo decodificarlo. No, no es vacío. Me falta algo.
¿a dónde se fue?
¿a dónde se la llevaron?
¿dónde está?
¿cuándo vuelve?
Pienso ahí, despacito, tomo aire y bajo un poco el rally mental pero solo por un instante porque hace semanas que no paro y no es una opción. Entiendo lo rebuscado de esta situación e intento detenerme de nuevo pero no logro hacerlo. No puedo parar.
Después de la quinta copa voy a aceptar que este es un problema recurrente y que ya pasé por esto y que esto también va a pasar y pienso en todas las cosas que intenté para decir bueno, tuve la intención, pero frunzo las cejas y ya cansado de pensar me paro y qué enojado me siento, estoy furioso. Revienta la copa en el piso dejando gotas finas de malbec en las paredes que los dueños dejaron sin pintar.
Uy, estoy mareado. No quiero tomar más, y tampoco quiero prenderme un cigarrillo. Nunca fumo si no estoy en compañía y tampoco quiero seguir escribiendo y camino hacia el baño pasando a propósito frente a este espejo. A ver si este espejo tiene algo para decirme, que hace tanto no me quiere ver y hace tanto que no me quiere dibujar en su reflejo.
Este espejo en el que nos filmamos cogiendo y sonriendo y borrachos y drogados. Un pedazo de vidrio que guarda el registro de las veces que nos elegimos y también guarda el reflejo de tu espalda de incontables noches a la luz cálida que vos odiabas de mi cuarto. Tu espalda con sábanas que empiezan en la cadera, que es suave, tórrida, que ahora está entre mis brazos. Todo el torso de una mujer mediterránea se quiere meter dentro mio y yo le hago lugar abriendo un poco las piernas, para sostenerla bien de abajo hacia arriba. Quiero poder seguir mirando tu espalda de algodón, mientras tus piernas se van enredando en mi.
Mis pelos bailan, resbalan contra el apretar incómodo de tus tibias. Unas piernas con frescor claro al roce suave, sistemático por minutos, y vas apretando cada vez más y yo te sigo viendo como un espía a través de lo que queda de reflejo. Y como se que te gusta, acaricio muy despacio tu espalda baja, asegurándome que solo la yema de mis dedos hagan el contacto. Dedos que van de afuera hacia adentro, de adentro hacia afuera. Dos y dos. No más que eso durante una o dos canciones más en el fondo.
Entonces noto como empezás a buscar mi cuello con tu boca y el vidrio ya no está, se perdió en la oscuridad de mis ojos tapado por tus labios que ya llegaron acá. Se detiene el registro pero no importa. Apaguemos la cámara, que no pasa nada.
Siento la humedad de tus besos en mi, el olor de tu cuerpo, tu saliva en casi todo mi rostro, seguro con algo de tu sangre. Todo tu “yo” queriendo entrar por los poros mi piel y ahora compartimos eso, ahora nos pertenecemos, ahora sos mía, ahora nos damos cuentas que estamos siendo felices.
Me cansé, espejo redemierda, lo quiero regalar, pero mejor lo voy a vender. Quedó muy grande y no me gusta como quedó en la casa nueva y tampoco lo quiero en mi cuarto ¿qué voy a hacer con tanto archivo? Me pregunto si realmente sirve de algo que este cristal cargado de tanta información inútil. Si rompo el cristal ¿rompo el hechizo o solo empeoro las cosas? Es hora de dormir, tengo que descansar. Mañana tengo que buscar unas cosas en la casa vieja, ese lugar donde nada podía vivir sino a cambio de otra vida como ofrenda. Casa que no era mi casa. Lugar al que voy culpar de muchas cosas malas que tal vez pasaron por mi culpa.